UN DOMINGO DIFERENTE
Son las 5 de la mañana, es un día domingo y aunque sea fría, poco a poco se notan los brillantes destellos del sol. La neblina se va despejando y la motivación de estos destellos es la fe viva que mueve a los congregados de aquel apetecido lugar. El día domingo siempre lo había tomado como un día de descanso, al fin de al cabo, así está escrito en las sagradas escrituras, un día para el reposo, un día familiar, un día que por lo general para mi empezaba a las 10 de la mañana, pero que aquel domingo había empezado antes de lo habitual.
A las 5:45 de la mañana flor ya estaba preparada, se levanto aquel día al igual que yo a las 5:00 de la mañana, pero a diferencia mía lo hacía sin pereza, sin dolor de madrugar, a ella la motivaba algo mas, la misma motivación que impulsaba aquellos rayos brillantes, la fe siempre lo hacía, llevaba 8 domingos seguidos, y este era el noveno.
Flor es una mujer medianamente joven y no ha podido concebir su primer hijo, ha acudido a toda clase de tratamientos con los mejores médicos y las pocas veces que ha logrado tener un embarazo esto se ha visto interrumpido por un aborto a los tres o cuatro meses, así pese a que su nivel cultural es medio-alto no escapo de la fe hacia el Divino Niño Jesús.
En vista de pocas opciones decidió voluntariamente, iniciar una novena al bendito niño Jesús y asistir fielmente cada domingo a la iglesia 20 de julio de la capital de bogotana, orar y pedir y así para hacer mayor el esfuerzo lo hacía temprano. Toma su bus de transporte, pero esto no llega hasta la cumbre de la iglesia, de hecho pude comprobar que hacerlo era casi imposible.
A flor eso no le importaba pues solo tenía que caminar cerca de tres cuadras y gozaba hacerlo, pues se adentraba en el mundo de las ventas, del mercado de las pulgas, mercado donde podía comprar desde una vela hasta una chaqueta. Así fue como ambas caminando nos cruzamos y por casualidad le pregunte porque venía a ese lugar y allí me pudo contar su historia. Y así íbamos caminando en ese singular mercado.
Un mercado que pude observar y que me logro cautivar. Al pasar a recorrer las mismas cuadras que flor recorría pude observar como la gente se movía por la misma gente, los gritos de los vendedores no daban a espera a mil, a 10.000, pantalones a los que flor se dejaba seducir, compraba de todo y es que en vista de no tener hijos, apadrino unos niños de la localidad de ciudad bolívar y cada domingo pedía no solo por el deseo de ser mama si no también aprovechaba para comprar ropa, juguetes que además encontraba a muy bajo costo.
Superada la primera cuadra, pasábamos a la segunda, allí encontramos toda clase de artículos religiosos, lo más sonado era “la imagen del divino niño, a $5.000, a $5.000 la pequeña”, “acérquese, mire las imágenes sin compromiso”, “Busca la novena aquí la tenemos la novena no le puede faltar a tan solo $1.000 pesitos”
Esta cuadro se torna más intensa que la anterior, los pequeños kioscos de tela verde se confunden entres u en todos encontramos lo mismo, pero a al vez se marca la diferencia en los distintos estilos de las imágenes, colgando en cada kiosco, son visibles los montones de cadenas, más conocido como camándula, unos hilito cuyo dijo presenta la imagen de diferentes santos según la devoción y el favor que se pida.
“Mire niña le tenemos la camándula de la virgen del Carmen, la patrona de los conductores, o mira la de Santa Marta La abogada los casos imposibles”. Fue la frase que me repitió una vendedora cuando por esperar a doña flor, me detuve observando ese montón de medallitas, “y por si se le ofrece un rosario le tengo desde $10.000” insistía la vendedora. Hasta que finalmente me convenció de comprar un rosario eso si el de $ 10.000 y después de insistir un rato me lo dejo en $ 8.000.
Por su parte doña Flor no podía dejar su vieja costumbre de comprar las veladoras, y mientras yo estaba entretenida con mi nuevo rosario, ella compraba sus veladoras, todas blancas símbolo de pureza según ella.
En ese mercado de las pulgas doña flor era conocida principalmente por la mujer que me vendió el rosario, de hecho cada domingo ella variaba de vendedor, y ellos conocían eso y se limitaban a esperar su turno, una buena técnica para poder comprarle a todos y hacerse cliente de todos. Al ver esto pensé, “ nunca podrá comprarle veladoras a todos”, por eso quise preguntarle porque la conocían y si en verdad solo ha asistido para que con las novenas se le conceda el don de ser mamá, y ella sonriendo me respondió: “ Esta fe la tengo desde pequeña, me la inculco mi nana, y el Divino Niño Ya me ha dado mucho”.
Con el testimonio de doña Flor quede sorprendida, y no solo con ese testimonio, pues también me impacto la cantidad de personas que se movían en ese lugar, las que iban a comprar artículos como vestuario y demás, y las que iban a comprar artículos religiosos, se veía la cantidad de gente nueva que llegaban como novatos asustados a comprar su novena, pero que se sentían felices porque estando allí y realizando dicha novena, podrían alcanzar su imposible.
Ese día además pude comprender que aunque los domingos para mi inicien los domingos a las 10 de la mañana para muchos amanece antes, no solo para los devotos sino también para los vendedores que aprovechan para poder tener un medio de supervivencia, dentro de ese mercado de pulgas que más que todo se impulsa por la fe.
Son las 10 de la mañana a esta hora solía despertarme y en esos momentos ya he sido testigo del ajetreo de los vendedores y congregados, además pudo observar como doña Flor se dispuso a colocar y encender cada veladora que compro momentos antes.
Saliendo de la iglesia y volviendo a cruzar por aquel mercado recordé algo curioso, en las películas que muestran la vida de Dios, hay escenas que enseñan como a dios le molesto que cerca a su iglesia se dieran esta clase de mercados, estando allí recree de nuevo esas escenas en mi memoria, estará bien o estará mal?, no quise responderme cada cual que crea en lo suyo. Continúe mi camino de vuelta y esta vez estaba más llena entre más temprano mejor me dijo Doña Flor y sinceramente si lo creo, ella espero el mismo taxi que la llevo era su ultimo Domingo, ya había acabado la novena, quise preguntarle si ya casi se le iba a cumplir su petición, pero no quise ser imprudente y me despedí de ella agradeciéndole por haberme acompañado.
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